La ingratitud es un desprecio de la gratitud, como la desvergúenza lo es de la vergúenza. Y, como ella no tiene relación alguna con razones, sino que procede exclusivamente de la avaricia o de un excesivo amor propio, tampoco puede ella hallarse en una persona perfecta.
-Spinoza-
El razonamiento no es en nosotros lo más excelso, sino como una escalera a través de la cual ascendemos al lugar deseado, o como un buen espíritu que, lejos de toda falsedad y engaño, nos anuncia el bien supremo, a fin de incitarnos a buscarlo y a unirnos a él. Y esa unión es nuestra suprema salvación y beatitud.
Sintiendo presencias invisibles