Cuando de nuevo ella alcanza su chamizo, ya las rocas
Blanquean, Junto a su cama ella una silla coloca,
Muy pálida toma asiento, y parece que tuviera
Remordimientos, su frente se apoya en la cabecera.
Y, por instantes, palabras entrecortadas su boca
Emite; allí a lo lejos, ruge feroz la mar ronca.
"¡Pobre hombre! ¿Qué dirá? Pues tiene ya ¡Oh Dios mío!
-Victor Hugo-
SINTIENDO PRESENCIAS INVISIBLES
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