jueves, 23 de junio de 2011

Se le dijo: “Silencio, Inanna, las costumbres del Inframundo son perfectas"

 
Ereshkigal dijo:
“¡Hablen entonces! ¿Qué desean?
Ellos contestaron:
“Sólo deseamos el cadáver que cuelga del gancho en la pared.”
Ereshkigal dijo:
“El cadáver pertenece a Inanna.”
Ellos dijeron:
“Si pertenece a nuestra reina,
Si pertenece a nuestro rey,
Eso es lo que deseamos.”
El cadáver les fue dado.
El kurgarra roció el alimento de la vida sobre el cadáver.
El galatur roció el agua de la vida sobre el cadáver.
Inanna se puso en pie....
Inanna estaba por ascender del inframundo cuando los Anunna, los jueces del inframundo, la
aprehendieron.
Dijeron:
“Nadie asciende del inframundo inadvertido.
Si Inanna desea retornar del inframundo,
Debe suplir con alguien su lugar.”

Mientras Inanna ascendía del inframundo,
Los galla, los demonios del inframundo se pegaron a su costado.
Los galla son demonios que no conocen comida, que no conocen bebida,
Que no comen ofrendas, que no beben libaciones,
Que no aceptan regalos.
No disfrutan de amoríos.
No tienen niños dulces a quienes besar.
Arrancan a la mujer de los brazos del esposo,
Arrancan al niño de las rodillas de su padre,
Roban a la novia de su hogar de casada.
Los demonios se pegaron a Inanna.
Los pequeños galla que acompañaban a Inanna
Eran como juncos del tamaño de bardas bajas.
Los grandes galla que acompañaban a Inanna
Eran como juncos del tamaño de bardas altas.
Aquel que marchaba delante de Inanna no era un ministro,
Aún así llevaba un cetro.
Aquel que marchaba tras ella no era un guerrero,
Aún así cargaba un mazo.
Ninshubur, vestida con costales sucios,
Esperaba afuera de las puertas del palacio.
Cuando vio a Inanna
Rodeada por los galla,
Se tiró en el polvo, a los pies de Inanna.
Los galla dijeron:
“Sigue, Inanna,
Tomaremos a Ninshubur en tu lugar.”
Inanna gritó:
“¡No! Ninshubur es mi soporte constante.
Ella es mi sukkal quien me da sabio consejo.
Es mi guerrero que lucha a mi lado.
No olvidó mis palabras.
Ella elevó un lamento en mi honor en las ruinas.
Tocó el tambor en mi honor en los lugares de asamblea.
Circundó las moradas de los dioses.
Laceró sus ojos, su boca, sus muslos.
Se vistió con una túnica sencilla, como mendigo.
Sola, salió hacia Nippur y al templo de Enlil.
Fue a Ur y al templo de Enki.
Fue a Eridu y al templo de Enki.
Gracias a ella salvé mi vida.
Nunca les daré a Ninshubur.
Los galla dijeron:

“Sigue andando, Inanna,
Te acompañaremos a Umma.”
Bhagavad Gita

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