viernes, 8 de junio de 2012

La belleza está libre de la contraposición entre el bien y el mal, entre verdad y mentira, se eleva por encima del dualismo y se mantiene indiferente ante el mismo;




pero, finalmente, resulta evidente que esa libertad y belleza, así como su supuesta imparcialidad divina frente a ambas facetas, se ha convertido inadvertidamente  en una cierta enemistad contra una de las facetas (precisamente contra la derecha: la verdad y el bien ) y en una cierta tendencia insuperable, rayana en lo patológico, hacia la otra faceta (la izquierda: el mal y la mentira), en un cierto pietismo, demonismo, satanismo y demás nuevas bellezas, que en el fondo son tan antiguas como el demonio y su abuela.

Sin comprender esa peculiar reacción del esteticismo es imposible comprender en su totalidad un fenómeno tan curioso como el Surrealismo.


SINTIENDO PRESENCIAS INVISIBLES

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