lunes, 23 de septiembre de 2013

INMERSO EN UN AMBIENTE DE BELICOSIDAD. Federico Schiller, el más genial de los dramaturgos alemanes, nació el 10 de noviembre de 1759, en el cuarto año de la guerra llamada de los Siete años; aquella guerra en que Prusia,

 
 
gobernada por Federico el Grande y apoyada por Inglaterra, combatió contra Austria, gobernada por María Teresa y aliada de Francia, Suecia, Rusia y España; y de la que salió triunfante Inglaterra que, a consecuencia de ella, se convirtió en potencia mundial, arrebatando a Francia el predomino de sus colonias de América del Norte.

La impresión que Federico Schiller causaba en todos los periodos de su existencia y en la que Goethe y  Humboldt resumen, en última instancia, sus experiencias acerca de él no era, primordialmente, la de la genialidad poética, sino la de una indiscutible grandeza espiritual en la que ningún hombre de su época podía parangonarse con él.



                                  El blog de Marpin y la Rana.

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