-¿Y qué quieres entonces?
¡La felicidad!
-¿La felicidad? ¿Crees en eso? ¡La felicidad...!, la tendrás en la ciencia, la tendrás en la gloria, la tendrás en el amor.
¡No, en ninguna parte! La he buscado mucho tiempo, nunca la he encontrado; esa ciencia de la que hablas era demasiado limitada, la gloria demasiado estrecha, el amor demasiado mezquino.
-¿Entonces, te crees superior a los demás hombres?, crees que tu alma...
Mi alma...!, ¡mi alma...!
-¿No tienes una? No crees en nada..., ¿ni siquiera en Dios? ¡Oh, sí!, tú caerás como él, amarás algo.
¿Así que me tomas por un hombre, Satán? ¿Por uno de esos seres comunes y vulgares que se pudren en este mundo, al que un desgraciado viento me lanzó en su demencia y en el que me muero por falta de aire para respirar, por falta de cosas que sentir, que comprender y que amar? ¿Crees que esta boca come, que estos dientes trituran, que estoy sujeto a la vida como una cara a una máscara?
-Sí
Presencias Invisibles
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