Ocurrió de súbito, mientras preparaba unos complicados balances. En la pantalla del ordenador, se imprimío en color amarillo la frase: "Te quedan tres días".
Entendió que era algún tipo de publicidad macabra, e ignorando el incidente, siguió trabajando. Al día siguiente, llegó a la oficina y encendió el pc. Cuando volvía de coger un vaso de café de la máquina, de nuevo las letras amarillas: "Te quedan dos días". Sin poder evitar un escalofrío, no tuvo ya dudas que se trataba de una broma, y muy probablemente de sus compañeros de trabajo. El día fue tan complicado, que no volvió a pensar en ello hasta que de madrugada se despertó. Eran las cuatro de la mañana, y mientras se calentaba un vaso de leche, conectó su portátil. No tuvo que esperar mucho. Las letras amarillas brillaban en la semipenumbra. "Mañana".
Estampó el ordenador contra el suelo, y presa del pánico se echó a llorar. Estaba llegando demasiado lejos la broma. Ese día llamó al trabajo diciendo que se encotraba mal y no salió de casa, ni lo haría hasta que el peligro pasara. No contestó al teléfono ni a las llamadas en su puerta. Hasta que el plazo no se cumpliera, por si acaso, no tendría contacto con nadie. Desconectó enchufes, cerró la espita del gas,no tomó alimento alguno y no salió de la cama. Así evitaría caidas, intoxicaciones, accidentes domésticos y cualquier razón que pudiera causarle la muerte.
Por suerte amaneció, sin que nada hubiese pasado. Malditos los bromistas y qué idiota ella por dejarse engañar. Se ducho y vistió, saliendo alegremente a la calle. En la puerta, unas personas miraban una esquela pegada en su rellano. Se acercó a mirar. Era su nombre el que estaba escrito. Y nadie oyó su grito de terror mientras gristaba que estaba viva.
Presencias Invisibles
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