jueves, 1 de diciembre de 2011

Una temporada en el infierno, Arthur Rimbaud.



EL BAILE DE LOS AHORCADOS

En el cadalso negro, cortés lisiado,
danzan y danzan los paladines,
los flacos paladines endiablados,
los esqueletos de Saladines.

Maese Belcebú, tira de la corbata
de sus títeres negros, que al cielo gesticulan
y les pega en la frente un golpe de zapata,
y así, de un villancico, danzan la musiquilla.

Sorprendidos los títeres enlazan sus brazuelos:
como organillos negros, con su pecho desnudo
que otrora abrazaran gentiles damiselas;
largamente tropiezan con un amor ceñudo.

Los tacones son duros, el zueco no se gasta;
casi todos perdieron su camisa de piel;
lo que queda no enoja, sin escándalo pasa.
La nieve sobre el cráneo pone un blanco dosel.

En el cadalso negro, cortés lisiado,
danzan y danzan los paladines,
los flacos paladines endiablados,
los esqueletos de Saladines.

PRESENCIAS INVISIBLES

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