sábado, 30 de julio de 2011

La idea de desear que algo ocurra o deje de suceder puede influir en los acontecimientos.




- ¿En serio?  (le preguntó el campesino al anciano mientras el tren avanzaba).

-Eso se dice.

-¡Bah!

-Basta desearlo con todas las fuerzas.

-Yo he deseado muchas veces que me toque la lotería, y nunca lo he conseguido.

-Tal vez porque no lo ha deseado bastante.

-¡Hum!

-Si creyera firmemente en su propio poder de inclinar la fortuna en su favor, ahora ya sería millonario. Querer es poder, dice el refrán.

-¿Eso sería también magia?

-Sí, en efecto.

-¿Cómo es posible reconocer a una bruja?

-Por intuición; es un don congénito, aumentado por la propia fuerza de convicción.

-Pero, usted ha visto antes como nos miraba fijamente la mujer pelirroja ¿usted sabría decirme si esa señora de la tercera fila es una bruja?

-No - respondió el anciano-. Antes, en el pasado, existían ciertos signos externos, las llamadas marcas de la brujeria, que podían identificar a una hechicera.

-Por ejemplo...

-Los lunares.

¿Los lunares?

Así es. Eso se derivaba de la creencia de que el diablo chupaba a las brujas a través de esas marcas en la piel.
"Otra marca de brujería, en lo tocante a las brujas jóvenes, era su belleza.

-Ese no es el caso de la pelirroja que nos ocupa.

-No, en efecto; pero habrá observado que tiene un lunar en la mejilla. Y además...

-¿Qué?

-Observa que ahora está registrando el interior de su cesto con l amano izquierda. No hay duda de que es zurda.

-¿Y qué?

-Que las personas zurdas...

-¿Eran brujas o hechiceros?

-Sí - respondió el anciano-, y también las que sabían nadar. Eso se debía al pleno convencimiento de que las brujas no podían ahogarse. Y puesto que una bruja no puede ahogarse, existía la teoría de que una forma de probarlo era intentando ahogarla.
"Si la pobre mujer arrojada al agua se hundía en el agua y se ahogaba, los cazadores de brujas anunciaban que no era una hechicera o bien que se había arrepentido en el último instante. Si conseguía mantenerse a flote, era una señal más de sus poderes malignos.
"Se decía, además, que una bruja no podia llorar ni amar a sus semejantes, y que solía tener náuseas si se la obligaba a entrar en una iglesia.

-¡Vaya!

-Tener un gato negro en la casa era otra señal de brujeria. Se decía que podían hablar con esos animales y escuchar sus advertencias y consejos.
"Para ello se valían de un anillo especial que llevaban en el dedo indice de la mano derecha.

-¡Hum! Eso me tranquiliza, pues esa mujer no lleva ningún anillo. Ni tampoco le acompaña un gato negro.

-No ha de ser necesariamente un gato negro, sino otro animal doméstico...



 "Un dios dio la magia a los hombres y mujeres  
para ayudarles a defenderse"

   El blog Presencias Invisibles

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